Thursday, October 28, 2010

Orozco: pintura y verdad

Línea suelta y de calma, colores fríos y cálidos, voces y vestigios que se hacen presentes, actuales “modernos”, cruce de pensamientos nacionales que logran la globalidad visual y la otra conquista de México en la cultura mundial en medio del período entre guerras, viendo el nuevo imperio norteamericano en el mapa, con el contrastado México del llamado “Maximato” o el ansiado progreso industrial de Cárdenas en la coyuntura bélica.
Las putas y las caricias, borracheras color tenue y sarcasmos lineales sintéticos expuestos en los diarios, o en técnica litográfica. Los temas por abarcar y abarcados: político, social y mundanos, actitud de vida y placeres sirvientes de las bohemias de los años 40 en las casas del placer, ya se divisa la segunda guerra mundial y en Nueva York otro complejo muralístico por pintar. Personajes, símbolos de cambios mundiales: Lenin, Cortés, San Francisco, reunidos y atravesados en una mano y pensamiento brillante, por fin el arte es “social “ pensaron unos en aquel momento, lo cierto es que está en la esfera del arte que es arte, el arte no sólo de la imaginación y el punto sobre el plano, la belleza está ahí, radica en la actitud de vida a través de los símbolos que se toman, que se eligen, más allá que sean identificables para muchos, que sean identificables para uno mismo, pienso yo que Orozco pensaba en ello durante la construcción de sus murales y su obra en caballete. “Lo que nos trasciende es lo que tomamos” me deja pensando ahora después de las monumentales pinceladas en pequeño y gran formato.
“Manifestación” expresión continua y contundente, sarcástica de sonrisas sórdidas en el siglo de las grandes guerras es una de las tantas muestras de furia, desolación, la sonrisa desenfrenada de las masas que cubre la boca de litográficos personajes reunidos, es la expresión de la locura del sin saber, la sombra de la conquista, la conformación de la república, la del Hauizote impreso burlón, la catequización a través de la colonización, la Revolución constitucional, la síntesis de los monstruos

personales . La risa cínica del sarcasmo cuando Jesús rompe su cruz, la risa disfrutable de una noche en el burdel. La risa de las risas de la pintura en trazos litográficos , quizá encarna la misma risa de Orozco al saberse inmerso en el medio institucional de la cultura, y expresar a través de sus imágenes auspiciadas en los muros gubernamentales, la risa de llegar a pintar lo sabido de la historia y de la sociedad pero lo que no se toca ni se habla en ellas, lo que se sabe pero que no es tema en el cual el gobierno indague pero el arte lo hace y lo proyecta monumental “ que no escape a los ojos de los demás” después de ser prodigio de un trazo excepcional: Orozco de los muros al boceto, del caballete al papel, de la ciudad al campo, de las películas al bastidor, del burdel a la Escuela Nacional, de lo contemporáneo a lo tradicional, de las putas a las bailarinas de ballet, del conquistador al conquistado, Orozco cabalgador de lugares.

Gabriel Ávalos Sánchez

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