Thursday, November 4, 2010

Lo viejo, lo nuevo y lo eterno. Marco Caballero

"Un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad" ¿Es necesario adjudicar la cita? Una de las frases más escuchadas en el siglo XX gracias a los medios de comunicación. Neil Armstrong caminando por la luna mientras el mundo sentado en un sofá era testigo mudo de sus propios pasos hacia el progreso. Sin duda un emblema de la esperanza que se depositó en el modelo moderno. Pero hoy a cuarenta y un años, la humanidad probablemente siga dando pasos agigantados, sin aún saber hacia dónde. La noción de verdad está completamente disuelta entre un mar de posibilidades y la euforia tecnológica disminuye ante el hecho de que el mercado mejora sus productos en pequeñas dósis, aún teniendo desarrollados los equipos de los próximos diez años. La mejor tecnología del mundo es la militar y aún no hay manera de detener el desgaste ambiental. A todos los niveles, la tecnología tampoco es una gran guía hacia ningún lugar.

¿La humanidad perdió entonces su sentido del "adelante"? Por lo tanto, el arte de vanguardia, de existir, tendría que ser cuestionado: ¿La vanguardia de quién? y por lo tanto la vanguardia de unos sería inmediatamente la retaguardía de los otros, y a fines de esto. En un universo en el que no existe arriba, abajo, norte, sur, izquierda o derecha, no tiene sentido hacer arte de vanguardia. Los hilos negros y las aguas calientes han sido descubiertas y ante la frustración de algunos, podríamos dedicarnos a hacer otra cosa. Dejar de tratar de descubrirlos y en lugar de ello, usarlos o no, según el interés propio. El arte exige olvidar los prejuicios y permitir que lo nuevo se revele, no como el triunfo moderno que representaba, sino como la puesta sobre la mesa de un pedazo real del mundo y no, un intento de sorpenderlo y rendirlo ante los pies del genio-artista.
Lo viejo está en todas partes y vivimos entre su esencia.
Lo nuevo se busca con el ansia de alcanzar la eternidad.
Lo eterno no existe, cada día más personas se resignan ante la posibilidad de ser olvidadas.

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