Mi impresión general de esta exposición es que integra de una forma eficaz las etapas más destacables de un pintor que, por su voluntad representacional y por su determinado carácter sigue siendo vigente. Con un total de 34 ejes temáticos el espectador puede sentirse partícipe del desarrollo del estilo pictórico de Orozco, así como entender el contexto en el que se desenvolvió, pasando de las prostitutas de cabarets, tanto como las instituciones que lo vieron crecer en el muralismo mexicano. Considero que las obras se encuentran bien organizadas y en un clima propicio para cada técnica empleada. Los recorridos de la exposición (que involucraban salir y entrar por las muchas puertas del complejo de San Ildefonso, así como falta de algunas señales) me parecieron un tanto complicados. Por otra parte, en el módulo de información se me ofreció la visita guiada de un guía en específico, el cual se ausentó debido a una supuesta entrevista para dar promoción a la exposición, situación que retrasó mi recorrido y en la cual colocaron a una guía reemplazo que dejó tanto que desear, que me vi en la necesidad de realizar el recorrido por cuenta propia. En materia de pintura, encontré obras específicas con las cuales tuve mayor empatía, como la primera zona, de retratos al óleo, una etapa que desconocía del pintor, y además una que no parece repetirse en términos de representación en el resto de la exposición; así también de manera curiosa, otra de mis favoritas fue de sus últimos años, donde comienza a representar fantasmagorías propias de un hombre que se va topando frente a frente con la muerte que viene cada vez más cerca; quedan fuera las representaciones del México social y representado ya de reiteradas maneras, y lo substituyen alucinaciones, cráneos, paisajes surrealistas pero con una carga de melancolía que llamó mi atención sobre lo demás. Comprendo a Orozco con un contexto bien determinado, que es la asimilación de la revolución y las propuestas didácticas de las instituciones académicas del México del siglo XX. Partiendo de ahí, lo que encuentro digno de ser resaltado es un discurso que parte más de lo impetuoso, del choque de contrastes, de la afrenta, que de un mensaje político monótono y puramente ilustrativo.
Joao Balderas.
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